Esta pregunta puede resonar en nuestras mentes, nuestros círculos de amigos y en los pasillos de la universidad.
Sin lugar a dudas, todos queremos poder aportar nuestro grano de arena al conocimiento científico del mundo, pero al compararnos con los grandes descubrimientos hechos por los investigadores, y nuestros docentes, no podemos evitar sentir algo de desaliento, como si lo que conocemos no fuera suficiente, pero me gustaría invitarlos a la reflexión, de no quedarnos con esta visión pesimista de lo que (no) conocemos, y me gustaría poder llevarlos a la reflexión del que sí podemos ser de apoyo a la ciencia. ¿Cómo? Se preguntarán, y bueno, la respuesta a esa duda vendrá desde el arduo estudio de la disciplina que nos llame la atención, y a partir de ahí, apoyarnos en nuestro aún joven espíritu inquisitivo, cualidad que tendemos a dejar de lado, pero que es igual de relevante que el conocimiento duro. Déjenme ponerlo de esta forma, aquello que desconocemos de ciencia dura, lo compensamos con innovación y entusiasmo para con el conocimiento, la capacidad de poder afrontar los problemas de siempre, pero bajo una nueva perspectiva, una lente de cosmovisión novedosa, y por qué no, única a cada uno de nosotros.
Es por esto que debemos involucrarnos con la investigación científica, para no dejar pasar nuestra oportunidad para influenciar el desarrollo del conocimiento, y poder aportar con esta visión única a los problemas de siempre. Finalmente, esa es la misión de esta oficina de investigación, aunar esfuerzos entre investigadores y alumnos, así, los primeros podrán dotarnos de conocimiento y técnicas óptimas, y los segundos aportaremos con creatividad y resolutividad ante problemáticas nuevas.
Dejamos, entonces, abierta la invitación a entrar en diálogo con la oficina de Investigación y a formar parte de la comunidad científica.
